martes, 5 de mayo de 2020

La imprenta de Fermín, años sesenta del siglo XX.

En los años sesenta del siglo XX, ya a finales, hacia 1968 o 1969, íbamos a comprar libros de texto y los materiales escolares a la Papelería de Fermín, en la Plaza del Caudillo, llamada normalmente como "glorieta de abajo", hoy, Plaza de la Constitución. Eran muy pocos los objetos que se podían comprar y la tienda era más pequeña que la actual y la regentaba Fermín (qepd), que en aquellos años estaba soltero. Creo que su calma y su paciencia nos hacía sentir cómodos, así como ese ambiente diferente al del resto de establecimientos, y el olor tan característico.
Recuerdo que me llamaban mucho la atención las tarjetas postales que tenía en un expositor metálico de los que giran. Allí había una curiosa muestra fotográfica de nuestro pueblo. 
Otra cosa que me encantaba eran unos cuadernos que vendía en los que aparecían unos dibujos a plumilla en la portada de animales salvajes. Me parecían la perfección en cuanto a reproducción gráfica de fauna. Por aquellos años veíamos los programas de Naturaleza de Féliz Rodríguez de la Fuente, en blanco y negro. Todavía no había iniciado su serie más famosa, Fauna Ibérica.
En aquellos años comprábamos los libros de texto pero, a veces, los encargaba el maestro. íbamos también a comprar un plumier, lápices de grafito y de colores, sacapuntas y gomas de borrar, y poco más. Quizás un rollo de "celo", cinta adhesiva para forrar los libros, y el papel de estraza y, ya más delante, el plástico. 
El pegamento, generalmente, lo hacíamos con engrudo, es decir, una mezcla de harina, agua y sal. También comprábamos cola, en unos pequeños frascos con un aplicador parecido a un cuentagotas, que acababa en forma de pincel. Pero ya había llegado el famoso pegamento Imedio, precisamente de nuestra provincia.
Yo me fui pronto a Madrid y guardo un recuerdo muy entrañable de Fermín. Después hizo una casa nueva y amplió la tienda, ya con criterios más modernos. Empezó a trabajar también su esposa y después sus hijos. En Villarrubia de los Ojos se instalaron otras papelerías, de las cuáles subsisten dos. Pero todo fue cambiando. Por ejemplo, algunos de los productos que se vendían exclusivamente en las papelerías se empezaron a vender en los bazares, en las llamadas tiendas de chinos y de moros (Uso exclusivamente con fines de realismo linguïstico estas expresiones, que formaban parte del habla cotidiana, sin ningún sesgo negativo) y apareció internet, además de la mayor movilidad, muchísimo mayor, de la población, por lo que esos negocios también sufrieron cambios.
Lo cierto es que la Imprenta de Fermín era uno de los lugares más típicos de nuestra infancia y siempre le tuvimos un especial cariño.

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