martes, 5 de mayo de 2020

La radio y la televisión en nuestra infancia, años 60 del siglo XX en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.

La radio tenía ya una considerable larga historia en nuestro país. Se había convertido en una gran acompañante de muchos hogares, incluso de coches y autocares.
Sin embargo, la televisión, oficialmente, en España, nació el 28 de octubre de 1956. Tardó más tiempo en llegar y en popularizarse, dado el mayor coste económico del aparato y de la instalación necesaria.
Por aquellos años eran muy pocos los aparatos que había en nuestro pueblo, Villarrubia de los Ojos. No contamos con cifras exactas pero para mediados de esa década  de los sesenta no pasaban de medio centenar el número de receptores.  Así, era frecuente ver la televisión en casa de algún familiar, amistades o vecinos. Recuerdo haber escuchado decir que la primera televisión del pueblo fue la del casino, es decir, El Círculo de la Unión, al que algunas personas llamaban "el casino de los señores", frente a los otros casinos del pueblo.

La televisión de aquellos años era sólo en blanco y negro, con dos canales, la primera y la segunda cadena, y con una programación muy corta. Así, por la mañana no había tele, empezaba un poco antes de comer y acababa en la siesta. Se reanudaba después de siesta, hasta las doce de la noche, aproximadamente. Los programas más seguidos eran los toros y el fútbol, desde mi propia vivencia y mis recuerdos, si bien había otros que gozaban de mucho tirón, como el célebre concurso "Un millón para el mejor", en el que participó un equipo de Villarrubia de los Ojos, por cierto. Los aparatos no siempre funcionaban bien. Era muy frecuente la "niebla" o los "mosquitillos", y el uso de estabilizadores de corriente. Recordemos que por aquellos años la electricidad era de 125 voltios.
Como curiosidad añadiré que las televisiones, más pequeñas y muy gruesas, solían tener una funda de tela o de plástico, y que no existía el mando a distancia, que tardaría en llegar unos diez o quince años, así como el color.

La radio era, por ejemplo, el sonido de fondo de las peluquerías, de algunos establecimientos, muchos hogares  e incluso de algunas calles. Los programas con mayor éxito eran las telenovelas, que, por cierto, también se publicaban en revistas, las llamadas, fotonovelas. 
Los dibujos animados eran, generalmente, norteamericanos, y había bastantes programas del famosísimo almeriense Walt Disney.




La imprenta de Fermín, años sesenta del siglo XX.

En los años sesenta del siglo XX, ya a finales, hacia 1968 o 1969, íbamos a comprar libros de texto y los materiales escolares a la Papelería de Fermín, en la Plaza del Caudillo, llamada normalmente como "glorieta de abajo", hoy, Plaza de la Constitución. Eran muy pocos los objetos que se podían comprar y la tienda era más pequeña que la actual y la regentaba Fermín (qepd), que en aquellos años estaba soltero. Creo que su calma y su paciencia nos hacía sentir cómodos, así como ese ambiente diferente al del resto de establecimientos, y el olor tan característico.
Recuerdo que me llamaban mucho la atención las tarjetas postales que tenía en un expositor metálico de los que giran. Allí había una curiosa muestra fotográfica de nuestro pueblo. 
Otra cosa que me encantaba eran unos cuadernos que vendía en los que aparecían unos dibujos a plumilla en la portada de animales salvajes. Me parecían la perfección en cuanto a reproducción gráfica de fauna. Por aquellos años veíamos los programas de Naturaleza de Féliz Rodríguez de la Fuente, en blanco y negro. Todavía no había iniciado su serie más famosa, Fauna Ibérica.
En aquellos años comprábamos los libros de texto pero, a veces, los encargaba el maestro. íbamos también a comprar un plumier, lápices de grafito y de colores, sacapuntas y gomas de borrar, y poco más. Quizás un rollo de "celo", cinta adhesiva para forrar los libros, y el papel de estraza y, ya más delante, el plástico. 
El pegamento, generalmente, lo hacíamos con engrudo, es decir, una mezcla de harina, agua y sal. También comprábamos cola, en unos pequeños frascos con un aplicador parecido a un cuentagotas, que acababa en forma de pincel. Pero ya había llegado el famoso pegamento Imedio, precisamente de nuestra provincia.
Yo me fui pronto a Madrid y guardo un recuerdo muy entrañable de Fermín. Después hizo una casa nueva y amplió la tienda, ya con criterios más modernos. Empezó a trabajar también su esposa y después sus hijos. En Villarrubia de los Ojos se instalaron otras papelerías, de las cuáles subsisten dos. Pero todo fue cambiando. Por ejemplo, algunos de los productos que se vendían exclusivamente en las papelerías se empezaron a vender en los bazares, en las llamadas tiendas de chinos y de moros (Uso exclusivamente con fines de realismo linguïstico estas expresiones, que formaban parte del habla cotidiana, sin ningún sesgo negativo) y apareció internet, además de la mayor movilidad, muchísimo mayor, de la población, por lo que esos negocios también sufrieron cambios.
Lo cierto es que la Imprenta de Fermín era uno de los lugares más típicos de nuestra infancia y siempre le tuvimos un especial cariño.